martes, 27 de enero de 2009

Felicidad en la esclavitud

    Que tal, la siguiente es una entrada de Manuel Lobo que por falta tiempo no pudo subir personalmente, bueno, sin más los dejo con esta, disfruten.

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            Entre el pinche facebook, messenger, el maldito cablevisión con tu serie favorita y el guey de las noticias gritando puntos de vista infundados y ridículos, hay mucho ruido.

            Ahora está mejor, hay uncomercial que dice que si marco al 70 70 70 70 70 02 me dan una colección de un chingo de discos con musica de Brahms y Wagner. Está bueno y barato. Creo que lo quiero.

            Ahora hablan de deportes e intercambios millonarios de personas como piezas.

            Luego, la caja que echa luz que casi siempre se refleja azul, me habla de sexo.  Veinte segundos despues me habla de sexo con imágenes explícitas.

            Luego el Super Bowl.

            Luego la apago. Bendito botón.

           

           

            Encendida, la máquina diabólica de crear deseos, te controla la mente.

            No importa tanto como los aparatos electrodomésticos destinados a entretenimiento te controlan, o te programan, no importa, lo importante es que lo hacen.

            Cualquiera estaría de acuerdo en que ya es demasiado tarde.

            Mejor preocúpate por los cerdos en trajes caros decidiendo el futuro del mundo, o por las hienas hambrientas en harapos apestosos dispuestas a comerte vivo del hambre en su estómago.

            Ellos sí te pueden lastimar fisicamente, u ordenarte lastimar fisicamente a alguien mas, u ordenarle a alguien mas que te lastime.

            La tele no te lastima, no sientes dolor. Lo peor que hace es volverte gordo.

            En una de esas te hace llorar, a la Bergman o a la Disney.

            Igual te hace pensar que demonios hacían todos esos judíos en campos de concentración sin televisión, o Nanook en su paraje ártico, sin internet inalámbrico.

            ¿Como sabrían que desear? ¿Quién les estipulaba claramente que vestido llevar ese verano-otoño?

            Bendito siglo veintiuno y nuestras autopistas de información. Ya no tenemos duda alguna.

            La duda se borró en escasos 400 años.

            Las dudas que quedán son un poco menos filosóficas, pero no menos importantes para nuestra vida diaria, y hasta mucho mas prácticas que cualquier cuestionamiento moral o emocional.

            Una vez que te informan que los 190 caballos de un mustang te hacen ir bien rápido y disque sexy por el mundo, además de que lo puedes comprar en amarillo. Te decides por él. Si, ahora tu vida cambiará.

            Quieres ese maldito aparato plateado y delgado! Lo quieres ahora!

            No sabes bien para que demonios sirve.

           

            Sabes que si no compras esa blusa de lycra entallada te vas a ver gorda. Porque estás gorda, y fea. No como nuestra modelo en turno. Ella no prueba comida en días para ser hermosa,  pero cuando sea mas vieja la despediremos y sólo conseguirá trabajo anunciando las arrugas y sus cremas.

Si no eres ella no mereces vivir.

            Tu mujer y tus hijos, nacidos o no, quieren esa casa y esa universidad, ya buscaron todo de ella en internet. Tu pobre voluntad esclavizada a tu trabajo durante cuarenta años se sociega con una gran pantalla de plasma.

            Salibas mares dentro de tus mandíbulas carroñeras mientras masticas cadaveres de animales entre bollos de mal pan. Animales mucho más ecuánimes, leales y hermosos que tu traidora especie.

            Matas zorros que corren en circulos dentro de sus diminutísimas jaulas, girando infinitamente, día y noche, hasta caer muertos de exahución y demencia, todo por ese caro y deseado abrigo

            Asesinas pollos a pisotadas con picos cauterizados por pinzas metálicas para evitar que se picoteen unos a otros hasta la muerte por la desesperación de no poderse mover en lo absoluto gracias la falta de espacios. Pero que bien saben sus pollos Coronel.

            Perros trozados en sopas y banderillas. Comida exótica en el oeste, habrá que probar.

 

           

            Te paras en un templo que no respetas nada y juras falsamente por un futuro ridículo ante un logo ídolo de millones, tomado de la mano de una mujer que odias y temes. Ella te toma de la mano porque tienes mancuernillas de oro en tu smoking.

            Quieres ser lo que se supone debes, como tu padre pero con más dinero.Ella quiere ese depa en la playa y también quiere hijos bien educados.

            A ella le dijeron de niña que el dinero trae seguridad y cosas lindas.

            Mienten y se destuyen todos felices hasta el final de sus días.

            Tu hijo no es otra cosa que una reflexion de tus fracasos. Nunca será lo que esperas. Será un flojo sin dinero toda su vida. No te amará.

            Siempre querrás cosas que tapen tus profundos vacíos. Así serás feliz.

            Cuando mueras te darás cuenta que nunca fue suficiente.

            El único deseo que te quedará será entender porqué te faltó la voluntad para haber sido en tu vida uno de esos hombres sabios, los que siempre imaginaste que tenían menos opciones pero más libres decisiones,  sus mentes llenas de orden natural salvaje, los que amaban a su mujer por encima de su vida,  los que respetaban la incertidumbre del futuro, los que no deseaban una muerte indigna disfrazada de capitalísmo. Los rebeldes muertos.

            Hoy, todos queremos ser felices. Mentira.

            La felicidad no venía en el catálogo.

               

                                                                                                                                        Por Manuel Lobo

 

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