Me parece que el optimismo expuesto en las líneas anteriores es inmenso. Para mí, ver cine mexicano hoy en día es ver a México en metáfora. Somos un pueblo con miedos y deseos, esperanzados de que algún día las cosas cambien y temerosos de que cambien demasiado. Y es exactamente eso lo que ha pasado con el cine, entrar a una sala de cine para ver una película nacional requiere dejar la crítica en la entrada y ver con ojos contextuales la película.
Es ahí donde entra el optimismo de mis compañeros, aún no renuncian a la esperanza de un cambio maravilloso dentro del cine y se convierten en personas hipercríticas que no alcanzan a ver los pocos avances realizados. Qué difícil es renunciar a la esperanza, y cómo no, porque renunciar a ella implicaría conformismo y aceptación de una industria que estuvo prácticamente muerta 20 años. Es muy fácil pedir que den un brinco y creen algo chingón. Para andar en bicicleta me partí varias veces la madre y muy probablemente si me hubieran trepado a esa edad a una moto no estaría escribiendo estas líneas; sin embargo, que genial hubiera sido haber logrado manejarla.
Yo más bien me preguntaría si el que consume este cine está preparado para algo diferente. La historia me dice lo contrario. Para poner un ejemplo tenemos una película que rompió esquemas y que fue de las primeras con una línea argumental después del obscuro bache de las ficheras-artistas pop de los setenta y ochenta. Se trata de “Principio y Fin”; una película que deja ver lo que pasa con una familia mexicana que pierde al padre como proveedor y después pone todas las esperanzas en el hijo más inteligente, gastando una fortuna en su educación y al final éste también termina decepcionándolos. Cargada de una visión crítica nos muestra un México que no es tan absurdo y cuyas familias no son tan perfectas. Esta película dio pie a las demás, entre ellas la galardonada “Amores Perros” y otras realizadas a lo pendejo como es el caso de “De la Calle” o “Perfume de Violetas”.
Podría poner otros ejemplos como “Sexo, Pudor y Lágrimas”. Antecesora de otras muy parecidas. Sólo unas pocas proponen algo nuevo y logran dar pie a algo diferente, y después las tratamos como si fuera lo mismo que las pendejadas que las siguieron sin recordar que antes de ellas no existió nada.
Yo no creo que el problema sea la argumentación o la trama de este tipo de películas; más bien pienso que se trata de crear una fórmula exitosa y después de forma desmedida sobreexplotarla. Y una vez mas no sé donde esta lo sorprendente ahí ¿Por qué se acabo el cine de ficheras? Pues porque la fórmula ya no funcionaba ¿Y qué paso después? Hubo una producción medianamente arriesgada que propuso un pequeño cambio y los demás aborregados la siguieron.
Ha habido pequeños pasos realizados por temerosos productores que de vez en vez dejan salir algún concepto diferente y si éste tiene un mercado, lo explotan ¿Y cómo culparlos? Me encantaría pensar que si yo fuera productor haría un cine diferente; sin embargo, no sé si con ese tipo de pensamientos lograría tener el varo para lograrlo.
El contexto de hoy es un México con un presidente electo a base de miedo, libros Sanborn’s con gran contenido moral y una selección a la que se le pagan millones para quedar 2-0 contra Estados Unidos.
¿Y esperan que el cine mejore?
Hoy en día cuando meto en mi dvd una película mexicana de los últimos años, no lo hago para ser reflexivo; en realidad solo lo hago para dos cosas: hacerme una buena chaqueta o simplemente apagar mi cerebro y reírme…
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