sábado, 21 de febrero de 2009

El último suspiro del Cine Mexicano: Los zapatos nuevos del cine mexicano

Antes de adentrarme en el tema en cuestión me gustaría hacer una reflexión sobre aquella distinción entre el cine mexicano y el cine realizado por personas nacidas en México que han emigrado en busca de un mejor futuro. Esto refleja la innegable realidad en las que algunas personas talentosas tienen que huir a algún país en el que se aprecie su trabajo y especialmente, donde se les apoye económicamente para desarrollar sus proyectos, ¡y esto no sólo es en el cine ni en el arte, ojo!. Ante esta situación sólo queda pensar que el futuro de un cineasta en México es difícil, creo que principalmente hay dos caminos: o te chingas o te jodes, y con “te chingas” me refiero a que el sistema te permite tener libertad, tanto de pensamiento como de creación pero a lo mejor no podrás ni alimentarte a ti mismo, y tus obras de arte (si es que son tal) serán observadas por un pequeño y selecto grupo de personas; aún así te va a costar un huevo llegar apenas a ello, si bien te va ganarás algún premio por haber hecho un cortometraje. Con “te jodes” el panorama es muy diferente, dependiendo de tus expectativas en la vida y tu significado de “éxito” tienes siempre opción a prostituirte, a dejar tus anhelos y mermar tu creatividad para hacer lo que se vende, lo que se necesita, lo que la gente quiere ver, de esta forma tendrás apoyo económico. Como apunta Josué hay buenas producciones mexicanas, sin embargo, la mayoría llega a un grupo muy pequeño de personas que buscan un poco más allá, no llegan al ciudadano común, desgraciadamente.

Pero no todo es tan negro, y si lo fuera, debemos aceptar que además de negro hay blanco y diferentes matices de gris; el cine mexicano tuvo su época de oro, eso es innegable y deberíamos ser un poco menos puristas en un mundo tan globalizado, ya que las producciones como bien apunta Huitzi fueron financiadas por extranjeros y no por otra cosa sino para controlar a su país vecino ante la amenaza de su poderío por los bolcheviques. Ahora, no me parece que el cine mexicano haya estado muerto por veinte años: si nadie recuerda qué producciones comerciales hubo entre las típicas películas mexicanas setenteras de zorras junto a gallardos caballeros en Acapulco y “Sexo, pudor y lágrimas” déjenme recordarles las inmundas joyas nacionales que ya nadie tiene en la mente como: “Zapatos viejos” y “Pelo suelto”, cuya protagonista era Gloria Trevi, “Verano Peligroso” protagonizada por Alejandra Guzmán, “Cambiando el destino” protagonizada por cinco caballeros de un grupo juvenil que sólo brincaban y dizque cantaban (Magneto), “Cándido de día, Pérez de noche”, “La risa en vacaciones” de la uno a la cinco mil, como bien apunta Rulo y hasta una del grupo Garibaldi… Bueno, sinceramente prefiero el pretencioso y vacío cine mexicano de hoy que esas cosas para las cuales no puedo encontrar más que adjetivos altisonantes repetitivos. 

Evidentemente, en comparación con lo anterior, podemos decir que el cine mexicano de hoy es un cine culto que se encuentra en la misma crisis del arte hoy en día: sigue una tendencia esnob marcadísima donde todos son adultos jóvenes o adolescentes tratando de vivir la vida lo mejor posible con crisis existenciales, sexuales, farmacológicas o financieras y esporádicamente con problemas morales. Estos seres viven en grandes departamentos en Santa Fé  o Polanco y si no, en las alcantarillas, y como una u otra película nos ha demostrado, de pronto sus vidas se entrelazan en las amargas olas de la vida. Este estilo se considera muy  “realista” y por eso muchas personas se identifican, pero esas personas sólo pueden pertenecer a niveles socioeconómicos bastante altos. Esto, amigos, no es más que un reflejo del arte en México con su respectiva invasión de clichés, rebeldía fresa, objetos kitsch, palabras altisonantes, colores brillantes y sonrisas de vino tinto.

¡Pobres de nosotros!, todos apadrinados por la élite del arte esnob con sede en la Condesa, en esta querida Ciudad de México; ¡pobres de nosotros! cuando al mirar la pantalla grande tratamos de identificarnos pero encontramos que estas películas no son una identidad mexicana, ¡al rayo con las identidades!, justamente la búsqueda derivada en exageración de eso es lo que nos tiene donde estamos, ¿y por qué buscar el realismo? Yo no sé qué pretendía mi querido Enmascarado de Plata con sus películas que hoy son cine de culto en algunos sitios de Europa, ¿pretendería realismo? ¿pretendería surrealismo? No lo sé, pero están buenas y creo que ése es el meollo del asunto, no pretender sino hacer, en vez de estar pensando en qué es lo que la gente quiere, qué va a vender, qué cabe en las tendencias, lo importante es expresarse y no estar buscando complacer.

Como conclusión creo que ni somos muy muy ni tan tan; sin duda el camino de nuestro cine ha mejorado aunque no le llegue aún a lo que alguna vez fue pero es mejor eso que nada; la esperanza tendrá que dormitar esperando el momento en el que en este país se llegue a confiar en su propia gente, si no, por lo menos a que algunos riquillos pretendan deducir impuestos apoyando a IMCINE, sintiendo que logran su sueño, ése al que tal vez renunciaron por poder y dinero. No importa de dónde venga el apoyo sino que llegue, para que la gente talentosa pueda mostrar al mundo imágenes bellas e historias interesantes, y sobre todo, que cualquier mexicano pueda ser el crítico espectador. 



El ultimo Suspiro del cine mexicano: La vida después de la muerte.

Lamentablemente en su carrera de escribir lo malo que es actualmente el cine mexicano han abarcado un mínimo del gran abanico de propuestas que se tiene. E, irónicamente, de lo que menos se ha hablado es de cine.


Sí, en los últimos años hemos visto basura en las carteleras de cine. Pero si buscamos más a fondo podremos encontrar cosas de excelente calidad o que proponen algo distinto. No sólo nos enfoquemos en lo que han estado hablando, los largometrajes, sino también hay que ver los cortometrajes (al fin y al cabo también son cine) de los cuales se ha dicho una única línea “¿Y el cortometraje? Siempre dispuesto a salvar la industria en momentos de sablazos presupuestales”; lo cual, siendo verdad, no es lo que mejor podría definir al cortometraje mexicano. Y nadie ha hablado de la animación en México, una técnica que se ha utilizado últimamente para hacer películas de dudosa calidad pero que anteriormente también ha tenido un gran impacto y que promete poder dar nuevas opciones.


Los cortometrajes son un excelente punto para expresar nuevas ideas dado que el presupuesto no es limitante. Grandes directores y escritores han empezado con excelentes cortometrajes (Un Perro Andaluz de Luis Buñuel –español naturalizado mexicano- con la colaboración de Salvador Dalí, por mencionar un caso). Dentro de esta gama podemos encontrar trabajos muy variados como: Yo también te quiero, Sin Sostén,  Cita en el paraíso, El héroe, entre muchas otras.


Entre los largometrajes, que han sido los atacados y no sin justa razón, tenemos los olvidados como: El topo (De Alejandro Jodorowsky que, aunque de nacionalidad Chilena, vivió en México por casi veinte años y que realizó esta gran película de culto en tierra mexicana), Como agua para chocolate, Zurdo, Atlético San Pancho, Mezcal, entre muchas otras, estos ejemplos son solo para hacer énfasis en que tenemos variedad.


En la animación, que es una opción que ha tomado auge en los últimos años, se pueden mencionar dos cortometrajes de un mismo animador (René Castillo), que son de excelente calidad, Sin sostén y Hasta los huesos  (esta última reflejando una fuerte idea arraigada en el pueblo de México acerca de la muerte). Aunque, también tenemos películas muy malas e incluso, inspiradas por chistes poco menos que vulgares, como Una película de huevos; propuestas como La Leyenda de la Nahuala. Y mencionaré un proyecto muy interesante Kung Fu Magoo, que es una animación realizada por una empresa Mexicana de nombre Motion Toons (Empresa que une las fuerzas de dos productoras, Anima Estudios –Con películas como Magos y Gigantes, Imaginum y Poncho Balón- y Santo domingo –Con películas como Voces Inocentes, Súper Héroe, Mezcal, Cansada de besar sapos, entre otras-, en un proyecto ambicioso para realizar animaciones de calidad internacional). También cabe remarcar la participación de TV UNAM en la producción de Peter and the Wolf.


Todas estas películas que he mencionado son la punta del iceberg. Las tendencias han hecho que las peores tengan mayor difusión, pero no caigamos en la trampa de la mercadotecnia (no hay que seguir esas opciones –necesidades- creadas por las empresas que buscan ganar dinero), busquemos a los directores, guionistas, animadores, productores, etc., que se arriesgan y que buscan plasmar sus ideas en un filme, que han seguido sus sueños (o sus pesadillas o sus debrayes) y han superado los obstáculos con los que se encontraron en este país, lo sabemos a ciencia cierta porque hay ejemplos claros.


Finalizando, los exhorto a dejar el cantinfleo, a ampliar la crítica, a buscar más fuentes, ver más películas (Cortometrajes, largometrajes, de animación tradicional, cuadro por cuadro, etc.), y a demostrar que aún quedan personas pensantes en la ciudad :P (O por lo menos que le hacen al cuento, pero que no se conforman).



"Después de la vida todo es fiesta"
Hasta los huesos. 
Director René Castillo.

viernes, 20 de febrero de 2009

El ultimo Suspiro del cine mexicano: ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?

Me parece que el optimismo expuesto en las líneas anteriores es inmenso. Para mí, ver cine mexicano hoy en día es ver a México en metáfora. Somos un pueblo con miedos y deseos, esperanzados de que algún día las cosas cambien y temerosos de que cambien demasiado. Y es exactamente eso lo que ha pasado con el cine, entrar a una sala de cine para ver una película nacional requiere dejar la crítica en la entrada y ver con ojos contextuales la película.

Es ahí donde entra el optimismo de mis compañeros, aún no renuncian a la esperanza de un cambio maravilloso dentro del cine y se convierten en personas hipercríticas que no alcanzan a ver los pocos avances realizados. Qué difícil es renunciar a la esperanza, y cómo no, porque renunciar a ella implicaría conformismo y aceptación de una industria que estuvo prácticamente muerta 20 años. Es muy fácil pedir que den un brinco y creen algo chingón. Para andar en bicicleta me partí varias veces la madre y muy probablemente si me hubieran trepado a esa edad a una moto no estaría escribiendo estas líneas; sin embargo, que genial hubiera sido haber logrado manejarla.

Yo más bien me preguntaría si el que consume este cine está preparado para algo diferente. La historia me dice lo contrario. Para poner un ejemplo tenemos una película que rompió esquemas y que fue de las primeras con una línea argumental después del obscuro bache de las ficheras-artistas pop de los setenta y ochenta. Se trata de “Principio y Fin”; una película que deja ver lo que pasa con una familia mexicana que pierde al padre como proveedor y después pone todas las esperanzas en el hijo más inteligente, gastando una fortuna en su educación y al final éste también termina decepcionándolos. Cargada de una visión crítica nos muestra un México que no es tan absurdo y cuyas familias no son tan perfectas. Esta película dio pie a las demás, entre ellas la galardonada “Amores Perros” y otras realizadas a lo pendejo como es el caso de “De la Calle” o “Perfume de Violetas”.

Podría poner otros ejemplos como “Sexo, Pudor y Lágrimas”. Antecesora de otras muy parecidas. Sólo unas pocas proponen algo nuevo y logran dar pie a algo diferente, y después las tratamos como si fuera lo mismo que las pendejadas que las siguieron sin recordar que antes de ellas no existió nada.

Yo no creo que el problema sea la argumentación o la trama de este tipo de películas; más bien pienso que se trata de crear una fórmula exitosa y después de forma desmedida sobreexplotarla. Y una vez mas no sé donde esta lo sorprendente ahí ¿Por qué se acabo el cine de ficheras? Pues porque la fórmula ya no funcionaba ¿Y qué paso después? Hubo una producción medianamente arriesgada que propuso un pequeño cambio y los demás aborregados la siguieron.

Ha habido pequeños pasos realizados por temerosos productores que de vez en vez dejan salir algún concepto diferente y si éste tiene un mercado, lo explotan ¿Y cómo culparlos? Me encantaría pensar que si yo fuera productor haría un cine diferente; sin embargo, no sé si con ese tipo de pensamientos lograría tener el varo para lograrlo.

El contexto de hoy es un México con un presidente electo a base de miedo, libros Sanborn’s con gran contenido moral y una selección a la que se le pagan millones para quedar 2-0 contra Estados Unidos.

¿Y esperan que el cine mejore?

Hoy en día cuando meto en mi dvd una película mexicana de los últimos años, no lo hago para ser reflexivo; en realidad solo lo hago para dos cosas: hacerme una buena chaqueta o simplemente apagar mi cerebro y reírme…

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jueves, 19 de febrero de 2009

El último suspiro del Cine Mexicano: el otro lado de la moneda y la importancia del cuentagotas de folclor


Pues así fue, llegaron los noventa y con ellos llegaron las cortinillas del Nuevo Cine Mexicano (NCM), que prometía liberarnos del oscurantismo en el que nos sumergimos por casi dos décadas, acompañados de Rosa Gloria Chagoyán, Pedro Weber Chatanuga, César Bono, Polo Polo y hasta Pedro, Pablo y Paco (en paz descanse) de “La Risa en Vacaciones”. Este esfuerzo por lograr la identificación de la cinematografía nacional como una expresión cultural desató una avalancha de mierda que actualmente descansa, en su mayoría, en las dos vertientes que Manuel Lobo menciona en su entrada: sin sentido vs. pretensión. Ambas vertientes portan el estandarte de uno de los peores males que ha azotado no sólo al cine, sino a cualquier expresión artística hecha en México: el uso desmesurado del folclor.

El folclorismo ha sido la salida fácil desde la época de oro del cine mexicano, y en la actualidad se reparte entre nopaleras y la colonia Condesa. La descontextualización es el pan de todos los días con una industria que cree que todos los mexicanos entramos en traje de charro (en sentido figurado, claro está). Pero no todo está perdido. La industria cinematográfica nacional cuenta con cantidad de ejemplos que se han sacudido éste y otros vicios, mostrándonos que se puede hacer cine de calidad en este país a pesar de todas las trabas expuestas por mis compañeros.

Mi primer ejemplo es bastante obvio: Luis Buñuel, quien según palabras de Fernando Macotela “ayudó a que se conociera México en el mundo, desde un punto de vista que dejaba de lado el folclor convencional, ya que todo hace parecer que estaba vacunado contra este mal”. El mismo que sufrió una mezcla de embates nacionalistas y malinchistas en respuesta a su obra maestra “Los Olvidados” antes de ser consagrada por la cinematografía mundial, sentó las bases del cine mexicano bien contextualizado; espejo de su realidad y con identidad propia; y además, ajeno a las tentaciones del folclor y el nacionalismo. Parece la combinación perfecta ¿no? Pues esperen, que hay más.

Otro ejemplo me viene a la mente desde el corazón de esa difícil época (no sólo para el cine, sino para cualquier otra expresión cultural en este país), que mis compañeros han reiteradamente asociado al cine de ficheras. Robándole presupuesto a los Almada, se gestaba el trabajo de Felipe Cazals, quien realizó una crónica de tintes casi documentales de la cruda realidad mexicana.

Ahora, de regreso a la época del NCM, busquemos la herencia de Buñuel entre sus alumnos ¿Qué tal Arturo Ripstein?

Sin ser el más laureado de los directores del cine nacional, Ripstein logró mantener a raya el folclor y mantenerse alejado de los peores males de la industria cinematográfica contemporánea. Para muestra tenemos una joyita del cine nacional (y de las favoritas de su servidor) nacida en plena mazmorra del NCM; entre sexo, pudor y mierda. Me refiero a “Así es la Vida”. Ya sé que no faltará el que me tire de pendejo porque primero hablo de descontextualización y folclorismo, para luego venir a mamar con una adaptación de tragedia griega que se desarrolla en una vecindad del centro de la Ciudad de México; pero busque la clave en el enunciado anterior… Eureka, la clave es la adaptación, perfectamente bien realizada por Paz Alicia Garciadiego. Si hubiera más adaptaciones así, me callan la boca con el folclorismo. Pero no me crean, chequen la filmografía de este hombre, que tiene otras cuantas cosas que para mi gusto valen la pena. Ahí está “Principio y Fin”, “El Evangelio de las Maravillas”, “La Virgen de la Lujuria” y un chingo más.

Y hablando de contextos, ¿qué tal el documental en México? Ahí tenemos la obra de J.C. Rulfo, que creo no ha dejado en mal el nombre de la familia.

¿Y el cortometraje? Siempre dispuesto a salvar la industria en momentos de sablazos presupuestales.

También la concepción de la gente ha cambiado con respecto al cine, la gente se está volviendo más hacia el cine inteligente y tiene un acercamiento cada vez más crítico. Como muestra tenemos la explosión de festivales cinematográficos que han acaparado marquesinas de todo el país y que ofrecen una diversidad que es bien apreciada por el público. Por lo menos si no vamos en contra, sí nos estamos resistiendo (aunque sea un poquito) al fenómeno mundial de vulgarización cultural identificado por Vargas Llosa en su ensayo “La Civilización del Espectáculo”.

Claro que es sumamente difícil ver por debajo de toda la mierda que nos inunda, así como también es difícil entender porqué Cannes y otros festivales de renombre mundial se la pasan mamando a Carlos Reygadas o a Amat Escalante; sin embargo, le aseguro, querido lector, que si se aventura y sobrepasa dichas tribulaciones, encontrará evidencia tangible de que el cine mexicano no está nada muerto.


Si le apetece y está de acuerdo conmigo, deje una recomendación (película, actor, director… lo que se le antoje). Si no, pues no.


"Qué apodo tan sin chiste te pusieron... Ojiiitos"

La Meche


martes, 17 de febrero de 2009

El último suspiro del cine mexicano: SEXO, PUDOR, MIERDA Y LAGRIMAS…

Me gustaría abrir con algo muy simple, apoyando lo que ya mencionó Manolo. Es necesario hacer una clara distinción entre el cine mexicano y el cine hecho por mexicanos. Aquellos cineastas que se internacionalizaron y lograron alcanzar el éxito, lo hicieron gracias a que (1) escaparon a un sistema mediático monopolizado y (2) adoptaron las usanzas del país en el que se encontraban para luego desarrollar un estilo personal de hacer cine; pero esto, ni de lejos, tiene algo que ver con el cine mexicano, hecho en tierra azteca por nuestros compatriotas.

Ahora, es verdad que la situación del cine mexicano en la actualidad es desalentadora; sin embargo, es un exceso caer en fatalismos desgarradores. Porque si bien es cierto que el panorama se ve triste, es aún más triste pensar que “los viejos tiempos eran mejores” y que son la respuesta a los que buscan refugio ante tan desolador panorama.

La situación creativa en el México de nuestros días está en crisis; así que no es de sorprender que los guionistas, productores y directores mexicanos opten por historias cotidianas simplonas como el camino a seguir, ya que ¡es el camino fácil! Producir películas mexicanas con buenos argumentos simplemente no es rentable, caso opuesto de lo que resulta presentar a un güey común, con una vida clasemediera común, y con tribulaciones comunes. ¿Por qué? Bueno, no veo como un campesino que vive con menos de diez pesos al día, si bien le va, va a pagar las cincuenta lanas que cuesta entrar en una sala de cine a ver como Luna huele los pedos de García y después salga diciendo –ah, claro, esto me recuerda cuando Juan y yo nos tiramos a una española que andaba en un viaje de descubrimiento espiritual-. Por cómico que pueda parecer mi comentario, creo que retrata muy bien la situación por la que pasa el cine nacional en nuestros días, ya que después de unas llamaradas de petate en los noventas, los que pudieron salieron corriendo de México con miras a trabajar en la industria gringa del cine y dejaron a unos cuantos peleles y soñadores a capotear la crisis económica y creativa de la industria. No va a haber un valiente que se pare a decir -yo voy solo- porque nadie lo va a pelar y porque se va a morir de hambre tratando de conseguir financiamientos decentes para sus producciones. El cine pertenece a unos cuantos a los que no les interesan los proyectos que no representen una cuenta jugosa para sus bolsillos; un reflejo un tanto irónico de esto es que el apellido Bichir aparece en reiteradas ocasiones en los créditos al ritmo del compositor de moda.

Ahora bien, mirar atrás no sirve ni para tomar vuelo; ya que es justo ahí, durante la llamada época de oro, que las semillas para esta crisis cinematográfica se plantaron. Durante la década de los treinta y los cuarenta, el cine mexicano tuvo un gran auge, ok, pero esto fue gracias al financiamiento gringo que apoyó al cine mexicano, con miras a lograr un control del mercado sostenido por un publico fácil de complacer; y aunque es cierto que fue durante este tiempo que se lograron varias de las mejores producciones del cine nacional, no se logró crear una estructura solida. Con una industria cinematográfica gringa reestablecida, el cine mexicano entra en decadencia, optando por medio baratos de producción, refritos argumentales y carencia histriónica; teniendo como sepultureros a los gobiernos de los setenta y principios de los ochenta; desembocando en un hoyo apestoso conocido como “cine de ficheras” durante la década de los ochenta.

En resumidas cuentas, el cine mexicano carece de héroes porque el país carece de héroes; carece de guiones interesantes porque el público no quiere cosas complicadas; y no tiene dinero porque nuestro país no tiene dinero. Mientras todas estas cosas sigan igual y mientras los intereses particulares se sigan anteponiendo a los del grueso de la población, tendremos un cine que refleje con fidelidad nuestra situación nacional. Cargado de sexo, porque el sexo vende; cargado de pudor, porque la derecha gobierna; y cargado de lágrimas y mierda porque… bueno, sobra explicar por qué ¿no creen?

"Cuando contemplo una de mis viejas películas, sufro. Porque aquello que he podido hacer es muy inferior a aquello que yo hubiera querido hacer".

Luis Buñuel

lunes, 16 de febrero de 2009

El último suspiro del Cine Mexicano


"El guión ideal, en el que a menudo he soñado, arrancaría de un punto de partida anodino, banal. Por ejemplo: un mendigo atraviesa una calle. Ve una mano que asoma por la portezuela abierta de un lujoso automóvil y que arroja al suelo la mitad de un habano. El mendigo se detiene bruscamente para recoger el cigarro. Otro automóvil le arroya y le mata."


- Luis Buñuel. Mi Último Suspiro. 1982






México es un país que ha visto trabajar a grandes cineastas. Es el país que inspiró lo que discutiblemente fue la mejor etapa del cine de Luis Buñuel, en el ocaso de su vida. Sus magueyes y su apego gracioso a la muerte inspiraron al maestro obrerista ruso Sergei Einsenstein a filmar su "Que viva México!" en 1979 y lo hicieron pensar que México podría ser un estado moderno; sin comentarios. También nos dio ídolos nacionalistas como Pedro Infante o Tin-Tan, sin olvidar al enmascarado de plata. Creando géneros cinematográficos a diestra y siniestra.

Hoy en día el cine mexicano es poco más que una enorme porquería; una gran farsa en fotogramas, cuya única intención suele ser contar historias hipócritas que solo reflejan el gran deseo de mis compatriotas cineastas de imitar estilos; de proyectar farsas en las que nos adentramos en un México inexistente, poblado por personajes irreales. Voy a hablar de lo que se entendería por cine mexicano producido en este pedazo de tierra, no del cine escrito por un mexicano pero producido por Universal Pictures y distribuido por Sony. Yo encuentro dos vertientes principales en el cine mexicano moderno, ambas igual de espeluznantes.

Por un lado está el vacío y risible cine pudiente, apoyado por las monstruosas televisoras nacionales en producción y distribución. El cine que te presenta mentirosas historias de la cultísima clase media mexicana; de los que viven en edificios altos y visten traje al trabajo; personajes que viven en una mala imitación de cualquier cosmópolis estadounidense. Siempre son historias permeadas de sexo barato y despreciables actuaciones de actores de escuela telenovelesca. Dramas baratos llenos, que digo llenos… enteramente formados por clichés inmensos, mostrando estereotipos de lo que es "el mexicano moderno": clasemediero y pudiente, infiel, inculto, materialista y vacío. Cine asquerosamente inundado de folklore ridiculizado. Separando claramente ese México de Tin-Tán y Los Caifanes. Este tipo de cine parece ser un gran negocio en taquilla, tal vez por la falta de cultura cinematográfica; tal vez por el tema popero de los créditos iniciales que escucharas durante diez años en la radio; y más probablemente por la tremenda necesidad del mexicano de ir al cine a no pensar. Ejemplos de esta vertiente me sobran. Diría que la gran pionera fue "Sexo, pudor y lágrimas", burlándose con su título de la depresiva frase bélica de Winston Churchill. Este filme abrió el camino para todos esos vacíos refritos trágico-cómicos, cientos o quizá miles de ellos.

Por otra parte tenemos al somnoliento cine pretencioso de la autoría de personas como el extrañamente laureado Carlos Reygadas, sometiéndote a larguísimas plano secuencias que concluyen en una explicativa pared blanca. Disfrazadas de arte, estas cintas se llegan a colar al mundo pop, donde son veneradas como innovadoras y provocativas, cuando no son nada más que un cínico engaño con una fórmula muy predecible: la terapia de shock. Claro que si vemos un primer plano de una joven de clase alta dando sexo oral a su chofer con un fondo musical de Mozart, vamos a intoxicarnos con su profundo discurso político; diez minutos entrada la cinta te das cuenta que solo es una burda ilusión sin fondo. Sin discurso ni punto. Solo cámaras lentas y sexo explícito.

Si miramos al pasado fílmico del país encontraremos joyas, y no solamente creadas por extranjeros, como podría ser "Los Olvidados" de Buñuel, enteramente grabada en la ciudad de México y con una poderosísima reflexión social mundial, laureada como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. No, me refiero tal vez al socialmente cargado Gabriel Retes y su "Bienvenido Welcome", o también a "Rojo Amanecer", o tal vez a la muy nueva y personal cinematografía de Rodrigo Prieto o Lubezki, que habla de los grandes clásicos de la luz.

El buen cine mexicano ha muerto. Ha dado paso a un nuevo monstruo que no pertenece a este país, pertenece a la visión sesgada de gente con contactos extranjeros, renombre de revista de baja monta y sin talento. Para no dar lugar a malas interpretaciones quiero aclarar que sí creo en la capacidad cinematográfica de personas nacidas en México. Yo mismo he tenido la suerte de tener en mis manos maravillosos guiones que narran historias de ciencia ficción o de horror, y que al leerlos y ver su calidad, supe que jamás llegarían a la gran celulosa. Me parece en extremo cómico el orgullo nacionalista que se profesa por cineastas como González Iñarritu, Cuarón o del Toro. Lamento informar que el cine que ellos muestran no podría estar más alejado de la clasificación de "cine mexicano". Son cineastas cuyas ideas eran ridículas para los bolsillos llenos de los empresarios mexicanos. Mis tres ejemplos anteriores hicieron su carrera en Estados Unidos y España gracias a la grandísima ignorancia del país que los vio nacer. Lamento también decir con seguridad que sus películas distan mucho de tener algo que ver con este país en cualquier tema inmediato, es tan ridículo como afirmar que Salma Hayek es la típica mujer mexicana. Nunca veremos un "Laberinto del Fauno" producido en México. Jamás. Muchas personas lo saben. Del Toro trabajará proyectos del británico Tolkien, García Bernal trabajará con Scorsese, Lubezki con Burton, y nadie regresará.

El cine mexicano ha muerto. Y sus órganos desmembrados huyen a otros países para encontrar refugio intelectual y las salas de Cinemex se siguen llenando para ver porquería mejor producida de la que se produce en este país. Lo único que puedo decir es que mejor corramos a nuestro videoclub más cercano y veamos El Santo Contra los Nazis o El Patrullero 777 si lo que buscan es encontrar un cine que hable de una identidad mexicana. Si opinan y piensan que las clasificaciones son más que ridículas y aún más las que engloban a todo un cine que por única característica en común tiene haber sido ideado bajo las mismas fronteras geográficas, pues rían de todo esto, rían de las pretensiones y las idolatrías al estereotipo. Si se adentran inteligentemente en el moderno cine nacional saben que solo encontrarán sexo, pudor y mierda. Aún hoy en día, para encontrar un discurso que englobe una identidad nacional, me remito a una metáfora de lo que sigue siendo México: el cine del Santo, con sus mujeres vampiro y momias. Un absoluto caos en sucesión de imágenes donde el inconsciente colectivo de todo un país es desplegado en forma de un héroe plateado y enmascarado, aparte de santo y galán, que maneja descapotados y pone en su lugar a los monstruos que lo asechan. Un héroe que la gente tocó, en carne y hueso, aplicando el más inclemente pancracio contra criaturas salidas de todas las mitologías del mundo.

Aún cuando Infante, Negrete o Pardavé siguen siendo los héroes del pueblo y no Gael o Luna, el "nuevo" cine mexicano está más en boga que nunca, asfixiado en la falacia de Warhol y su muerte será tan cruel como su nacimiento.

miércoles, 11 de febrero de 2009

El dominio de lo innecesario: El Podcast

Este es el final del dominio de lo innecesario (O por lo menos de nuestros comentarios LoL).




O lo pueden descargar de la página:


http://www.archive.org/download/ElDioramaPodcastNecesidadesCreadas/ElDioramaZero.mp3


Si tienen comentarios, dudas o sugerencias no duden en dejarlo por escrito en los comentarios.