lunes, 23 de marzo de 2009

Los museos olvidados de la ciudad: ¿por qué parecen olvidados?

Museo: Lugar en que se guardan colecciones de objetos artísticos, científicos o de otro tipo, y en general de valor cultural, convenientemente colocados para que sean examinados/ Institución, sin fines de lucro, abierta al público cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de los objetos que mejor ilustran las actividades del hombre, o culturalmente importantes para el desarrollo de los conocimientos humanos/ Lugar donde se exhiben objetos o curiosidades que pueden atraer el interés del público, con fines turísticos/ Edificio o lugar destinado al estudio de las ciencias, letras humanas y artes liberales.


Bajo las definiciones anteriores, que brinda la Real Academia Española, quisiera rebatirle un poco a mi querido Fabio su aportación. Sin duda es valiosa y menciona obras arquitectónicas importantes; sin embargo, éstas no son ni museos en sí, ni colecciones que se alberguen en alguno. Claro que los museos pueden ser construcciones hermosas, patrimonio cultural de la humanidad pero no creo que quepan en esta discusión. Sin querer ser demasiado purista o demasiado jodona, tampoco me parece que la arquitectura de la Ciudad de México sea única, puesto que refleja bastante bien corrientes arquitectónicas de diferentes épocas y, por último, los monumentos de los que se habla, tampoco son joyas a las que nadie admira o se cuestiona, sino todo lo contrario.

Dejando atrás lo anterior, me gustaría comenzar preguntándome ¿por qué habiendo tantos museos siempre vamos a los mismos? En mi opinión existen muchos factores que se entrelazan enormemente; sin embargo, quisiera discutir estos factores por grado de impacto:

Me parece que el factor que más determina qué museos visitamos es la publicidad. Hemos estado expuestos a diferentes anuncios a lo largo de nuestra vida y aún somos capaces de repetir la dirección de algún museo cuya publicidad dejamos de ver hace veinte años. Lejos de esta razón un tanto subconsciente, también hay bombardeos actuales en torno a algunos museos. Pareciera que cada museo grande tiene su boom publicitario, el cual muchas veces proviene de una remodelación, repentina baja afluencia o razones desconocidas para nosotros. Así sabemos que existen el Museo Nacional de Antropología e Historia, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo Rufino Tamayo, el Museo Nacional de Arte (MUNAL), el Museo del Papalote, etc.

En segundo lugar me parece que se encuentra la calidad y alcance de las exposiciones temporales. Sin duda, son pocos los museos que tienen el prestigio y presupuesto para traer hasta nosotros obras valiosísimas, y cuando éstas llegan a nosotros la cobertura mediática es infinita, haciendo que tengamos interés en la exposición y de paso, visitemos el museo o lo tengamos en cuenta para una visita en el futuro ¿Acaso podemos haber ignorado el paso de exposiciones como Faraón, Isis y la Serpiente Emplumada, Remedios Varo, etc.? Bueno, esto nos lleva a otro importante factor que puede ser un tanto dual y me refiero al origen del presupuesto de cada museo y/o a su pertenencia (INAH, Conaculta, UNAM, Institutos de Cultura del D.F. o Estados, etc). Evidentemente los museos que pertenecen a estas instituciones no sólo tendrán mayor presupuesto sino mayor prestigio nacional e internacional; siendo capaces de invertir en publicidad, acaparar los medios, traer exposiciones majestuosas y remodelaciones, principalmente.

Esto último me lleva a mencionar otro importante factor, que es el diseño arquitectónico de los museos. Aunque no siempre es así, podemos asumir que cuando estos sitios tienen arquitectura impresionante reflejan obras hermosas y de gran calidad en su interior. Sitios de tipo colonial, contemporáneo y recientemente, minimalista, reciben gran cantidad de visitantes y hacen sentir que el recorrido por el museo sea per se una delicia. Para ejemplificar estas cuestiones tomemos en cuenta Palacio Nacional, emblemático edificio de la ciudad cuyo paseo por sus murales es muy agradable, el Museo Nacional de Arte, que es un edificio impresionante por dentro y por fuera, con una gran calidad en su interior y cuya escalera te transporta a tiempos pasados. También podemos referirnos a el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, que desde que lo divisas muestra una gran magnificencia; cuando llegas al interior observas sitios amplios, soleados y agradables con salas interesantes y de gran calidad.

El último factor, y no por ello el menos importante, es la ubicación de los museos. Aquellos que se encuentren en zonas del Distrito Federal como el Centro, Paseo de la Reforma, Coyoacán y Roma-Condesa pueden tener mucha más posibilidad de recibir gran cantidad de visitantes, tanto por ser zonas de recreación cotidianas como por ser nidos de grandes museos. También, cuando uno se encuentra con un poco de tiempo y se encuentra un pequeño museo dentro del Metro, puede darse un pequeño lujo y analizarlo (Museo Interactivo del Medio Ambiente- Metro Pantitlán).

Bueno, ¿y los museos olvidados? Se encuentran tan olvidados que no hemos hecho más que desviarnos del tema, es evidente que no conocemos mucho de ellos y debemos ir a más. En general, estos museos olvidados son pequeñas colecciones de temas muy específicos y, por lo tanto, para visitarlos no se necesitan tantas horas como para ir a un gran museo. Creo que es recomendable conocer nuevos museos en los cuales podamos asombrarnos, podamos pasar experiencias extrañas (como en el Museo Histórico Judío y del Holocausto Tuvie Maizel, donde te registras y te sientas en una banca hasta que llega una señorita que te acompaña hasta el primer piso, donde se encuentra el museo) o podamos salir un tanto decepcionados; sin embargo, cualquiera de estas experiencias vale la pena, ya que incluso la peor de ellas nos puede enriquecer, volviéndonos críticos y llevándonos a la introspección. 

Es importante que estas muestras de cultura sean apoyadas y recomendemos aquellos que nos hayan gustado, de nada servirá quejarnos amargamente de las condiciones de un museo si nadie lo visita, ya que no tendrá presupuesto o, si pertenece a alguna institución y posee baja afluencia, no valdrá la pena mejorarlo. Respecto a esto pienso en el Museo de Geología de la UNAM, ubicado en Santa María la Ribera, que posee una gran colección de rocas y donde nos recibe un pequeño meteorito. De éste sales prácticamente igual a como entraste.

Mi conclusión es que debemos tomar responsabilidad de la ciudad en la que vivimos, conocerla un poco más y difundir lo que muestre calidad con el fin de que esta hermosa realidad, respecto a la gran cantidad de museos que albergamos, no se pierda, sino que se transforme en una hermosa tradición.  



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